‘Crónicas de juventud’, de Guy Delisle

Josep Oliver
Papel en Blanco
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3 min readJul 30, 2021

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El autor canadiense rememora sus primeros trabajos antes de ser creador de cómics

Astiberri publica como novedad Crónicas de juventud , la última entrega de los trabajos del autor canadiense Guy Delisle. Hoy os hablamos sobre esta novela gráfica.

Antes de ser un popular autor de cómics, Guy Delisle trabajo tres veranos en una fábrica de Quebec. Así pues, el autor de Shenzen o Guía del mal padre retoma su cabecera de Crónicas de…, que nos enmarca en su obra autobiográfica, para volver a su adolescencia y hablarnos de su primer trabajo. Es entonces aún estudiante y consigue un empleo de verano en la fábrica de papel donde su padre trabaja como ingeniero. El trabajo en esa industria con una maquinaria infernalmente ruidosa, con turnos eternos de 12 horas, será una suerte de rito de paso para él hacia la vida adulta.

Como en anteriores ocasiones, Delisle deja que la anécdota hable por sí misma, sin tener que entrar a valorarla. Tan sólo hace algunos apuntes fuera de la línea temporal para explicar qué fue de tal personaje u ofrecer algunos datos futuros para poner las cosas en perspectiva.

Crónicas de juventud

¿Es Crónicas de juventud la mejor obra de Guy Delisle como algunos se han apresurado a decir, imagino que por la esclavitud del márketing? Creo que sigo quedándome con el extraordinario relato que hizo de Corea del Norte en Pyongyang, cuando apenas teníamos testimonios de cómo se vive dentro de una dictadura socialista como aquella. O en Escapar, donde nos sorprendía cambiando de registro para contar de forma brillante el cautiverio de un secuestrado.

Lo que ocurre con Crónicas de juventud es que la experiencia adolescente que narra ese primer trabajo que se graba a fuego (y que entronca con aquellas maravillosas novelas gráficas del también canadiense Michel Rabagliati: Paul en los scouts, Paul en el norte…) es algo con lo que es fácil identificarse. El cómic conecta fácilmente con las sensaciones que evoca el estar pasando del mundo infantil al adulto.

Porque, ciertamente, el trabajo de Delisle en la fábrica es algo circunstancial (en contraposición a la condena en vida que muestran los ojos de los empleados fijos que, verano tras verano, el protagonista vuelve a encontrar). Como la protagonista de Nada de la casa de la calle Aribau, Delisle no se llevará nada de la fábrica. Ni amigos, ni grandes lecciones de la vida. Simplemente es un rito de paso. Y, efectivamente, el álbum termina cuando, no habiendo finalizado sus estudios, al autor se le ofrece un trabajo de animador, que no puede rechazar. El resto, como se suele decir, es historia.

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Filólogo, profesor de Literatura en Secundaria, crítico de cómic en varias publicaciones y coautor del cómic El joven Lovecraft. Bloguero decano en Cisne Negro.