‘El color de la magia’ de Terry Pratchett

El inicio de una saga única: el Mundodisco

Papel en blanco
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Allá por el ya lejano mes de agosto os hablaba de Nación, y me lanzaba a deciros que tenía en mente leerme todo la inmensa saga del Mundodisco empezando por el número uno. Sí, sigo siendo consciente de que es una locura, pero el cuerpo siempre pide de vez en cuando un poquito de Terry Pratchett, y por qué no hacerlo por orden. Así, que aquí os traigo El color de la magia, primera novela de dicha saga que data del año 1983, casi nada, y que me ha hecho pasar muy buenos momentos.

Y es que si hay algo que puedes asegurarte con el bueno de Terry es entretenimiento, y no deja lugar a que te aburras ni un sólo minuto. Es cierto que estamos en el primer título de la serie, y por supuesto que se nota, pero es una manera ideal de introducirte en su fascinante mundo y empezar a conocer a personajes con los que nos toparemos en más de una ocasión. Por cierto, sirva para el que aún no lo sepa, que el Mundodisco se encuentra sostenido por cuatro elefantes que a su vez están sobre una tortuga gigante.

En El color de la magia vamos a ir de la mano de uno de los personajes míticos del Mundodisco. Se trata de Rincewind, ese mago que tanto nos gusta, expulsado de la Escuela de Magia y un poquitín cobarde, con el que viajaremos de aventura en aventura. Y es que en este título encontramos cuatro capítulos muy diferenciados y que casi podrían ser independientes, aunque con los mismos protagonistas y el mismo viaje al fin y al cabo.

En esta ocasión, Rincewind se verá obligado a acompañar a Dosflores, un emocionado turista (igualito a como nos comportamos cualquiera de nosotros cuando viajamos) que llega a Ank-Morpork con mucho dinero, mucha ilusión y un equipaje un pelín especial. Así, que nuestro mago favorito le servirá de guía por un mundo que sólo hace sorprenderle y que se verán obligados a recorrer por un incendio un poco sospechoso en la ciudad. Como os podéis imaginar, los personajes van apareciendo sin parar, al igual que las situaciones absurdas, y además, con ese sentido del humor que tanto nos gusta.

Es imposible condensar todo lo que ocurre, porque si hay algo que caracteriza a Pratchett en sus libros es que nos encontramos con una sorpresa en cada página, y continuamente están sucediendo cosas. Así conoceremos a Hrun el Bárbaro, un intelectual entre los suyos al que le cuesta decir más de tres palabras; Bel-Shamharoth, en su paraíso de ochos por todas partes o la Muerte, sumamente divertida, y aburrida de su lamentable trabajo. Pero son muchísimos más los personajes de estas páginas, y cada uno con su puntito particular.

Sí es cierto que aquí Terry no deja ver aún su finísimo sentido del humor, y no vemos esa crítica tan clara que podemos ver en otros libros suyos a todo lo que se pone a tiro, por ejemplo con la religión en Nación, pero el ritmo frenético y las ideas hilarantes salen a cada instante. Por cierto, comparándolo con este último título (que nada tiene que ver con el Mundodisco), sí que me he alegrado de regresar al Terry que no para de hacernos reír, ya que Nación por momentos se ponía demasiado seria para mi gusto.

Si me tengo que quedar por fuerza con sólo una cosa de la novela, me quedo con la relación que se establece entre Rincewind y Dosflores, que nos brindan unas situaciones increíbles donde mientras el mago intenta escabullirse, el turista vive deseando encontrarse con nuevas aventuras. Y si tengo que decir algo negativo, sólo puedo mencionar que en la parte central tiene un momento en el que se pasa un pelín de enrevesado, pero es por unas cuantas páginas solamente y pronto volvemos a lo habitual.

Poco más os voy a decir, porque no hay nada como ir descubriendo página a página lo que nos tiene preparado Terry Pratchett. Ya sabéis, estamos ante una saga en un mundo fantástico donde se parodia absolutamente todo, y donde cada situación tiene una vuelta de tuerca más. Evidentemente, os la recomiendo a todos, y si bien puede ser una locura leerse todo el Mundodisco sin haber empezado aún, al menos hay que leer algo del genial Terry, porque es imprescindible. Yo sí, yo sigo empeñado en conseguir mi propósito, y ya me está esperando La luz fantástica, segundo título de la serie y con Rincewind de nuevo como protagonista, en un título que continúa donde termina este El color de la magia. Para que os hagáis una idea, he estado haciendo cálculos, y si leo un título del Mundodisco cada dos meses, plazo que me parece incluso optimista teniendo en cuenta el tiempo del que dispongo y el sinfín de libros que me esperan, tardaría nada más y nada menos que ¡seis años! Pero bueno todo se andará, y ya os lo seguiré contando…

- ¿Rincewind? — dijo la Muerte, en tonos tan profundos y pesados como puertas de plomo cerrándose en una cavidad subterránea.

— Hummm — respondió Rincewind, intentando apartarse de la mirada sin ojos.

— Pero ¿qué haces tú aquí?

— Hummm… ¿por qué no iba a estar aquí? — se las arreglo para responder Rincewind -. Además, estoy seguro de que tienes mucho que hacer, así que te dejo…

— Me sorprende que hayas tropezado conmigo, Rincewind, porque tengo una cita contigo esta misma noche.

— Oh, no, no…

— Pero, claro, lo jodido del asunto es que esperaba encontrarte en Psephopololis.

— ¡Pero eso está casi a ochocientos kilómetros!

— No hace falta que me lo recuerdes. Ya veo que se me ha vuelto a descuajaringar todo el sistema. Oye, mira, ¿no te importaría…?

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