‘El fantasma de Gaudí’, thriller modernista en Barcelona

Papel en blanco
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4 min readSep 15, 2015

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El fantasma de Gaudí

Gaudí es Barcelona y Barcelona es Gaudí. El artista catalán es el más brillante exponente del modernismo (o art nouveau) arquitectónico español y uno de los emblemas más queridos de la Ciudad Condal. Como buen modernista, Gaudí entendió que la arquitectura no tenía un mero propósito acomodaticio o pragmático, sino que también podía ser arte, y como arte, imitar a la naturaleza. Sus obras están llenas de una mística a la vez animista y religiosa: es el fabuloso secreto del sincretismo finisecular. Gaudí, en manos del guionista El Torres (‘El bosque de los suicidas’, ‘Las brujas de Westwood’) y el dibujante Jesús Alonso Iglesias (‘Silhouette’, ‘PDM’), se convierte en el eje central de un thriller policíaco en la novela gráfica El fantasma de Gaudí, que recién acaba de publicar Dibbuks.

En la obra, Toñi, una cajera de supermercado, salva a un anciano de ser atropellado. Ese acto aparentemente inocuo inicia una serie de acontecimientos terribles: en los principales monumentos de Gaudí aparecen cuerpos sin vida con terribles heridas y mutilaciones. El caso es asignado al detective Calvo, que se reincorpora de una excedencia por los hechos traumáticos de otro caso. Pronto la policía se ve en callejón sin salida y tiene que admitir que está ante algún tipo de asesino o de grupo con unas intenciones muy particulares. ¿O es quizá el espíritu de Gaudí el que sigue atormentado por las modificaciones modernas de su obra?

El fantasma de Gaudí

El Torres juega con los elementos de un thriller tradicional y el del whodunit en el que el escritor pone sobre la mesa todos los elementos desde el principio para que el lector intente averiguar quién es el asesino. El Torres no es tramposo con el lector como Agatha Cristie o Conan Doyle. No hay información que se oculte deliberadamente para epatar al lector al final, sino que todo está ahí, y eso es de agradecer. El guionista sabe controlar muy bien la tensión narrativa para ir hilando una intriga en cuatro actos muy bien resuelta.

Por otro lado, está el impresionante trabajo de Jesús Alonso Iglesias a los lápices. Es de otro mundo. Alonso proviene de la animación y demuestra en su lápiz un pulso inigualable, con unas figuras llenas de vida y dotadas de un detalle que roza el perfeccionismo patológico. Su trazo nos recuerda a los grandes de la animación, a las grandes producciones de Disney, pero también tiene algo de patrio: un regusto a Carlos Giménez o a Mingote, a lo que hay que sumar el dominio absoluto del color. Aunque domina la paleta oscura, la obra es una explosión de colores tal como el modernismo buscaba.

El fantasma de Gaudí

En las páginas de El fantasma de Gaudí, Barcelona se convierte en un secundario de lujo: es fantástico poder disfrutar de las grandes viñetas donde Alonso recrea el universo de Gaudí en monumentos como la Pedrera, el Parc Güell, o la fantástica escena del capítulo final ambientado (dónde sino) en la Sagrada Familia. Estamos ante una obra muy bien planificada, fruto del trabajo de dos extraordinarios artesanos. El Torres y Alonso Iglesias han sabido llevar a las viñetas lo que podría ser sin duda un bestséller literario o una película de éxito. Tiene todos los ingredientes para serlo: unos misteriosos asesinatos, una conexión con un misterio de naturaleza histórica (como explica el escritor Javier Sierra en el prólogo), una narrativa apta para todo tipo de lectores (especialmente los no-lectores de cómic) y una estética arrebatadora. Y todo ello, lo que es más sorprendente de todo, en una obra que fue instigada no por los autores, sino por el editor Ricardo Esteban de Dibbuks, que quería lanzar una obra relacionada con Gaudí.

El volumen se ve complementado con un cómo se hizo con algunas pruebas de estilo, esbozos de personajes, portadas alternativas y algunas reflexiones del proceso de creación que resultan interesantes.

El fantasma de Gaudí (obra que, además, ha sido publicada tanto en castellano como en catalán) puede convertirse fácilmente en una de las mejores obras del año. Y si no, al tiempo.

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