‘¡Guardias! ¿Guardias?’ de Terry Pratchett

Una de las mejores novelas de la saga Mundodisco

Papel en blanco
Papel en Blanco

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¡Guardias! ¿Guardias?

Hubo una época en la que si me hubieran preguntado cuál sería para mí la novela perfecta, hubiera respondido sin dudar ¡Guardias! ¿Guardias? de Terry Pratchett. Han pasado los años y a medida que se acumulan las lecturas cada vez estoy menos seguro de que respuesta daría, pero sigo convencido que ¡Guardias! ¿Guardias?es, aparte de una gozada para los sentidos, un pequeño manual práctico de cómo escribir una novela.

La novela se pone en marcha y uno tiene la sensación de haberse subido al tren de la bruja

La estructura no es el punto fuerte de Pratchett, un escritor que confiesa escribir de corrido. Intentó hacer capítulos en sus dos primeras obras y abandonó después de ver que no era lo suyo. Sus novelas trascurren mediante segmentos intercalados que generalmente gestiona con una habilidad notable, administrando adecuadamente las dosis de suspense y alternando las líneas argumentales para que no caigan en el olvido del lector. Sin embargo este proceder por impulso, casi por capricho, es un lastre en ocasiones con secciones que flojean o no acaban de encajar en el conjunto.

Lo sorprendente de ¡Guardias! ¿Guardias? es que si el proceder es a todas luces el mismo, el resultado es redondo. No hay pasajes que se resientan frente a otros, uno tiene la impresión de ver una de esas complejas cadenas de fichas de dominó que caen formando dibujos. La forma la saca de la novela negra, pero el toque de genio está en cómo la amolda a su imaginario brillante, surrealista y mágico poblado por un enano de dos metros llamado Zanahoria (no por el pelo sino por la forma), un pelotón de incompetentes guardas nocturnos y un siniestro contubernio con el objetivo de poner un Dragón al mando de la ciudad.

La novela se pone en marcha y uno tiene la sensación de haberse subido al tren de la bruja. El joven e inexperto Zanahoria llega a la ciudad de Ankh-Morpork con la ilusión de hacerse guarda nocturno, ignorando que esa es la ocupación más despreciada y que el cuerpo sólo consta del alcohólico capitán Vimes y sus dos hombres, el orondo sargento Colon y el cabo Nobby, que a duras penas computa como miembro de la especie humana. Entre parodias de la novela fantástica y la policíaca también entra la sátira social: en Ankh-Morpork han atajado la criminalidad legalizándola, y los guardas no sirven ni para atrapar ladrones, mucho mejor vistos que ellos.

Y cuando mejor lo está pasando uno, viendo a los guardas investigar una conspiración tan estrafalaria como ellos mismos, es cuando nos damos cuenta que esta es una obra completamente seria. El tren de la bruja no era más que una táctica por la que Pratchett nos ha llevado al centro de su pensamiento, desde dónde no tenemos más remedio que escuchar lo que nos tiene que decir. Y es una reflexión pesimista sobre el poder y su relación con las masas, un correlato simple pero irreprochable del autoritarismo consentido. El mundo absurdo deja de serlo tanto y sus tragedias, por esperpénticas que sean, nos acaban conmoviendo.

Pero apenas hemos tomado aliento que vuelve el carrusel, la diversión y la aventura hasta alcanzar un final apoteósico, explosivo como debe ser. Si lo hemos leído del tirón, como es probable que ocurra, nos habrá dejado exhaustos pero con la agradable sensación de haber vivido una gran historia, como con Stevenson o Verne. Ya no sabría decir si es la novela perfecta si es que acaso eso existe, pero ¡Guardias! ¿Guardias? es una obra que nadie debería perderse, y que contiene todo lo que hace a Terry Pratchett grande.

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