‘Hicotea’: la naturaleza como elemento protector
Astiberri publica una nueva entrega de ‘Luces nocturnas’ de Lorena Álvarez
Con Luces nocturnas, el álbum de Lorena Álvarez publicado por Astiberri en 2017, descubrimos a una autora simplemente excepcional. Esta joven autora colombiana (Bogotá, 1983) debutaba con ese título e inmediatamente fue nominada a los premios Eisner 2018, los galardones más prestigiosos del mundo del cómic.
No era para menos. Fuertemente influenciada por su trabajo en literatura infantil, el despliegue del color y el gusto por una estética natural en su obra narrativa visual es apasionante. Para ella, su obra es “un intento de crear un pequeño, coloreado y extravagante mundo. Sus orígenes han sido decisivos en esta dirección estética: “Nací en un lugar lleno de flores y de pájaros de mil colores, y son mi principal fuente de inspiración para plantear mis personajes e lustraciones”. En Hicotea, continuación natural de Luces nocturnas, pero que puede leerse perfectamente de forma independiente, esto queda bien demostrado.
“Nací en un lugar lleno de flores y de pájaros de mil colores, y son mi principal fuente de inspiración para plantear mis personajes e lustraciones”
La historia de Hicotea nos lleva a una salida escolar, donde Sandy, nuestra protagonista, encuentra un caparazón de tortuga. Al echar un ojo dentro de ella, cual Alicia en el país de las maravillas se ve transportada a su interior, donde encontrará a Hicotea. La tortuga tienen un verdadero museo de la naturaleza. Pero falta uno de los lienzos y Sandy deberá ayudarla a completarlo.
La pericia de Álvarez no se debe únicamente a su experiencia en el libro ilustrado (como podría parecer en la primera doble página que abre el álbum), sino que nos encontramos con composiciones atrevidas, de lectura abierta, que nos demuestran que estamos ante una narradora realmente buena. Hicotea es un prodigio visual y me faltan palabras para describir la arrebatadora belleza que transmiten sus páginas. El dominio de los encuadres, la maestría en la planificación de página, pero sobre todo, el excepcional uso de una paleta de colores vistosa y variada, hacen de Hicotea una maravilla para los ojos. Cada viñeta, cada página de esta obra podría ser enmarcada como un cartel por la extraordinaria dedicación que tiene.
Quizá la única pega que puede hacerse a la obra es un guion algo flojo, un factor que sólo revelará un lector adulto, el cual recordemos que no es el lector objetivo de este álbum. Pero eso en empaña la calidad de este trabajo. Con sólo dos obras a su espalda, Hicotea demuestra que lo mejor de Lorena Álvarez aún está por llegar.
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