‘La casa azul’, de Tyto Alba: memorias de Frida Khalo y Chavela Vargas
Un turista casual (trasunto del propio autor) acude a la Casa Museo Frida Khalo, en Ciudad de México. Pero al llover y encontrarla cerrada, se resguarda en una cantina. Allí será donde conozca a una anciana Chavela Vargas, que rememorará con él sus días de juventud junto a la célebre pintora y su marido Diego Rivera. Éste es el punto de partida de la novela gráfica La casa azul, en la que Tyto Alba (Badalona, 1975) asume labores de guión y dibujo.
Descubrimos a este dibujante catalán cuando, junto a Mario Torrecillas, firmaron la fantástica novela gráfica de tintes autobiográficos ‘Santo Cristo’ (Glénat, 2009), un retrato del paso de la infancia a la adolescencia en la Catalunya del tardofranquismo. Repitieron equipo en ‘El hijo’ (Glénat, 2010), una historia de amor, dolor y locura en tiempos de posguerra, y desde entonces la presencia de Alba en las librerías ha sido constante. Pero antes de todo esto, en los años 2000, Alba pasó un año viviendo en México. Allí hizo sus primeros pinitos (editó ‘Black River Together’) y se inspiró para esta obra que recientemente ha editado Astiberri.
La novela gráfica, articulada como biografía, pretende ser una evocación de las figuras de Chavela Vargas, Diego Rivera, y sobre todo, Frida Khalo. Mediante la técnica habitual de una entrevista, la narradora -una Chavela Vargas ya anciana, hundida antes del revival que supuso para su carrera el cambio de milenio- va desgranando su experiencia en la “casa azul”, hogar del matrimonio Rivera y lugar de tránsito para toda una pléyade de personajes de la época.
El hecho de que Chavela no sea un testigo fiel a la realidad nos habla también de la fragilidad de los recuerdos y la invención de la memoria. Alba se basa en los propios testimonios de la cantante; ya en la lectura de ‘Chavela Vargas. Y si quieres saber de mi pasado’, de José C. Valés (Aguilar, 2002), se aprecian las contradicciones de los recuerdos de Chavela. Hay quien dice incluso que nunca llegó a conocer a Frida. En todo caso, ese hecho apunta a la manera en que construimos nuestros recuerdos, que no tiene por qué ser necesariamente la verdad.
Vertebrada de esta manera, la obra evoca la figura doliente de Frida Khalo, una mujer marcada desde su nacimiento por la tragedia y el dolor (un accidente de autobús sería el que la postraría en cama durante años) que, sin embargo, llegó más lejos que cualquier mujer artista de la época. La experiencia del dolor, el amor y el perdón son las claves para entender esta novela gráfica con unos protagonistas de lujo.
La casa azul no deja de ser un buen ejercicio de (falsa) biografía en el que prima el retrato de unos sentimientos y de una época más que la fidelidad a la realidad (a fin de cuentas, ¿qué es la realidad y por qué ha de ser más importante que la ficción?). El lápiz deshilachado y sucio de Alba recuerda en ciertos momentos al trazo abandonado de Sfar (‘El gato del rabino’, ‘Klezmer’) o Christophe Blain, aunque también aparecen algunas buenas soluciones narrativas que parecen sacadas de Marjane Satrapi (‘Persépolis’).
Aunque es una lectura interesante, no dejo de pensar que le ha faltado algo a Tyto Alba en ella para hacerla genial. El acercamiento es sincero, pero el resultado queda algo diluido. El personaje central parece Frida, pero el epílogo permite conocer al lector el destino final de Chavela Vargas… Algo se le escapa a Alba, pero eso no es óbice para ponerle más trabas a la obra: La casa azul es una buena novela gráfica.
La casa azul. Tyto Alba. Astiberri, 2014. Cartoné. Color, 64 pgs. 14€ ISBN: 978–84–15685–68–5
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