‘Los desposeídos’, de Ursula K. Le Guin

Papel en blanco
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3 min readApr 10, 2009

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Los desposeídos

Los desposeídos: una utopía ambigua se publicó en 1974 y, un año después, recibió los Premios Hugo y Nebula. Es una de las tres novelas principales del conocido como Ciclo Hainish o Ekumen, junto con El nombre del mundo es bosque y La mano izquierda de la oscuridad, que Minotauro ha publicado recientemente en un volumen conjunto: Los mundos de Ursula K. Le Guin.

El científico y filósofo Shevek, originario de Anarres, un planeta aislado y anarquista, emprende un insólito viaje al planeta madre Urras, con el objetivo de avanzar en la teoría que permita la construcción de un “ansible”, es decir, un dispositivo de comunicación entre planetas que supere las barreras físicas del tiempo y el espacio. (Aunque Los desposeídos es la quinta novela que Le Guin escribió sobre el Ciclo Hainish, cronológicamente se sitúa en primer lugar ya que en ella el ansible todavía está en su fase inicial.) En el mundo imaginado por Le Guin, que podríamos situar hacia el 2300, el tiempo es entendido de forma mucho más compleja que la nuestra. No tiene sólo implicaciones físicas y matemáticas, sino también filosóficas y éticas.

Casi doscientos años antes de lo narrado en el libro, tuvo lugar en Urras una rebelión de carácter anarquista. Los principales estados del planeta concedieron a los rebeldes el derecho de vivir en Anarres que, en realidad, no es más que la luna de Urras. A partir de ese momento, se estableció en Anarres una especie de régimen político cercano al anarquismo taoísta en una tierra pobre, árida y carente de plantas y animales. En Urras no hay gobierno ni un poder consolidado, el trabajo es comunitario y rotativo, se desconoce la utilidad del dinero, y nada tiene más valor del que uno pueda darle… sin llegar a poseerlo. Los habitantes de Anarres son, ante todo, desposeídos. La propiedad no tiene ley ni nombre.

Por el contrario, en Urras (fértil, rico en agua, flora y fauna) impera una cultura capitalista y dictatorial. El poder se divide entre la idea de riqueza, la jerarquía, la ambición y la apariencia. La posesión es lo que aquí da sentido a cada uno de sus habitantes. Urras, con su belleza y su depravación, vendría a ser nuestro mundo. Anarres, con su llaneza y su libertad, es lo que muchos quisieron conocer.

El viaje de Shevek trasciende el interés meramente científico y se erige en un estudio antropológico sobre dos civilizaciones enfrentadas. En realidad, lo que en último término se pretende con la creación del ansible es derribar los muros del odio, la desconfianza y las ideologías contrapuestas que separan ambas sociedades.

Shevek no entiende el despilfarro de agua y energía, el consumismo exacerbado, la preocupación por lo superfluo. Cómo comprender que “todo eso” en Urras se considere libertad… Hay cosas bellas, vidas nuevas, una luz deslumbradora, pero todos poseen y son poseídos en una cadena de dependencia egoísta.

La novela ha sido considerada como una de las pocas que mantienen el género utópico. Para algunos socialistas libertarios constituye una buena descripción de una sociedad anarquista, pero también la de los peligros que pueden hacer virar la ideología revolucionaria. No olvidemos que, al fin y al cabo, el subtítulo del libro es “Una utopía ambigua”. Anarres carece del egoísmo, de la mercantilización excesiva de bienes y de la tendencia al derroche, pero dista bastante de ser la perfecta sociedad imaginada. Los desposeídos de Anarres lo son por convicción, pero también por la escasez de recursos; Shevek no encuentra allí el apoyo necesario para desarrollar su teoría debido a la burocracia y a la centralización paulatina.

Quizás la armonía esté, nuevamente, en el justo medio. ..

Más información | Ficha en ediciones Minotauro
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