¡Oh, capitán, mi capitán!

Tyto Alba retrata al gran poeta americano en su última novela gráfica, ‘Whitman’

Josep Oliver
Papel en Blanco
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3 min readMar 3, 2021

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Tengo una relación especial con Walt Whitman. Había leído algún poema suyo, pero no fue hasta 2007 cuando unos alumnos me regalaron Hojas de hierba, su obra por excelencia. En ese momento se me abrió un horizonte nuevo en la poesía que hasta entonces conocía. Entendí mejor a Neruda, a Lorca, a Juan Ramón Jiménez o a los poetas de la experiencia. Whitman fue sin duda todo un carácter, un alma libre y natural, sin duda generosa, que merecía ser el personaje de su propia obra.

Es lo que debió pensar Tyto Alba, autor badalonés que en los últimos años se ha acercado a diferentes personajes reales para retratar algún momento de sus vidas: el cineasta Fellini en Fellini en Roma, el pintor Balthus en Balthus y el conde de Rola, Picasso y Carles Casagemas en La vida o Frida Kahlo y Chavela Varga en La casa azul.

Whitman es un recorrido por la vida del gran poeta norteamericano, desde su niñez, cifrada en las palabras del poema que abre Hojas de hierba, hasta su fallecimiento en 1892. Alma noble, observador nato, la novela gráfica se centra sobre todo en los años de la guerra civil americana, cuando estuvo buscando a su hermano entre los heridos y conoció el desastre humano que supuso la contienda. Aquí Tyto Alba sigue palabra por palabra lo que el propio Whitman contaba en sus diarios recogidos en Días ejemplares de América.

Whitman

Me gusta mucho cómo Alba termina la novela gráfica con las palabras del poeta que se engarzan con las sucesivas y cada vez más contemporáneas imágenes de diferentes grupos de personas que llegan a la patria de Whitman. Porque Whitman era el poeta total, representaba en sí mismo, en él y en su obra, el milagro de la vida, lo gozoso de la existencia, el hecho de que toda la creación es amor.

No lo tenía fácil Tyto Alba para poder reflejar en su obra algo tan complejo y a la vez tan sencillo como es la personalidad y la obra de Whitman. Como él mismo decía, Whitman era contradictorio, albergaba multitudes. Quizá es precisamente por eso que la novela gráfica, a pesar de estar diligentemente realizada, se diluye en una serie de momentos anecdóticos de la vida del poeta, que queda algo desdibujado, sin una personalidad clara. O quizá ése es el mérito de la obra: una en la que el personaje, a pesar de ser quien es, no es en absoluto el protagonista, sino un mero testigo que nos acompaña para que veamos de todo lo hermoso y de todo lo execrable de que es capaz el ser humano.

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Filólogo, profesor de Literatura en Secundaria, crítico de cómic en varias publicaciones y coautor del cómic El joven Lovecraft. Bloguero decano en Cisne Negro.