‘Piruetas’, de Tillie Walden: la soledad de la pista de hielo

Josep Oliver
Papel en Blanco
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4 min readJan 16, 2018

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Piruetas

Tillie Walden echa la vista atrás en su novela gráfica Piruetas (Spinning) para narrarnos su propia adolescencia. Diez años de su vida en los que el patinaje fue la constante en todos sus cambios. La editó en octubre pasado La Cúpula en español.

La novela gráfica puede llevar a engaño, porque no se trata de una obra que nos cuente los vericuetos de esta disciplina artística. Walden la usa como factor común de todos esos años en los que va creciendo. Desde su infancia en Nueva Jersey, hasta su mudanza a Austin, pasando por las dificultades para encontrar amistades, o el descubrimiento de su sexualidad y sus primeras relaciones con otras chicas, el patinaje siempre está ahí, de fondo, en la vida de Tillie. Pero no siempre para bien: muchas veces intenta dejarlo, pero vuelve a ello de nuevo, porque aunque sea algo que termina por no gustarle, se convierte en la pieza que conecta el puzzle de su vida.

Piruetas

Por tanto, no esperéis encontrar en Piruetas una crónica de una patinadora en pos de la profesionalidad, relatando cada competición, cada movimiento, cada salto. Sí, es cierto, estos elementos están presentes, pero no son lo que interesa del relato. Están presentes porque forman parte de la vida de Tillie, y la configuran como persona. Tillie no termina de encajar en ese microuniverso de competiciones regionales, presionada por el trabajo de las entrenadoras, hipercodificada por el obligatorio uso de mallas, moños y maquillaje.

¿Es la extensión física de una obra una característica más a tener en cuenta en su narrativa, quiero decir, la misma extensión del relato condiciona de alguna manera su ambientación? Piruetas consigue una cosa que otros cómics voluminosos consiguen: que, en sus 400 páginas nos atrape y nos haga cómplices del relato que cuenta. Cuando uno lo acaba, sigue impregnado de esa melancolía y tristeza que destila la historia de Tillie. Una historia que, aunque no llegue a ninguna parte en el sentido tradicional de una historia con inicio, nudo y desenlace, atrapa al lector en un universo de entrenamientos a las 6 de la madrugada o fines de semana de hotel, hospedados en una competición estatal.

Piruetas es la historia de una niña resignada. Y es fácil empatizar con ella si entiendes su carácter: Tillie es una buenaza, un trozo de pan. Acepta con resignación lo que le viene: el tener pocas amistades, el bullying que sufre en el colegio, el amor platónico por su primera entrenadora, la poca ateción de sus padres, que nunca pueden asistir a sus competiciones… Algunos pensarían que no tiene carácter. Nos inclinamos más a pensar que es de ese tipo de caracteres que tienen muy poca cancha en la sociedad. Si alguna vez habéis oído, o recibido, el apelativo de soso, o aburrido, entenderéis lo que digo. Es por eso (y no resta brillantez) que el conjunto de la historia refleja su carácter.

Piruetas

Visualmente, Tillie Walden usa una línea clara y un trazo sencillo, que en algunos momentos muestra sus propias carencias, pero que por lo general cumple con su objetivo: el de contar una historia intimista, modesta, discreta. La autora tan sólo usa un tono, el violeta, y algunas trazas de amarillo para destacar alguna escena puntualmente. La autora, como muchas otras de su generación, ha sabido extraer de narrativas como el manga, sus mejores elementos para introducirlos en su manera de dibujar sin que rechinen, poniéndolos al servicio de su historia.

Es cierto que en algunos momentos la historia flojea. La organización de los capítulos, por ejemplo, resulta algo arbitraria, no responde a una intención en la trama. Y, como decíamos, la novela gráfica no tiene una resolución, aunque quizá sea porque no la puede tener: durante la obra hemos visto cómo ha ido madurando la protagonista, pero ese proceso, intuimos, aún no ha concluido. Otro aspecto que nos parece flojo es que Walden pasa por encima de otros aspectos de su vida, como el descubrimiento de su homosexualidad o su cada vez mayor inclinación por las bellas artes (de hecho, acaba por dejar el patinaje y hacerse dibujante, ¿no?), que nos podrían haber ofrecido una visión más redonda de su personaje. Con todo, estamos ante un gran novela gráfica de género coming of age o bildungsroman que vale la pena leer.

Piruetas. Tillie Walden. La Cúpula, 2017. Rústica. Bitono. 398 pgs. 32€. Cómpralo con descuento aquí.

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Filólogo, profesor de Literatura en Secundaria, crítico de cómic en varias publicaciones y coautor del cómic El joven Lovecraft. Bloguero decano en Cisne Negro.