‘Sáficas’: reivindicación de Alfredo Gallis

Josep Oliver
Papel en Blanco
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4 min readSep 21, 2017

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El caso de Alfredo Gallis es curioso: periodista y escritor lisboeta, fue muy conocido en las postrimetrías del siglo XIX por sus novelas galantes, para las que usó diversos seudónimos, como Anthony, Rabelais, Condessa do Til o Katisako Aragwisa. Su éxito popular contrastaba con el denuesto que sufría desde los escritores “serios”, que veían en los personajes de Gallis las personalidades “deformadas por los vicios más repugnantes”.

Siguiendo el ejemplo de Abel Botelho y su Patología social, Gallis se embarcó recién estrenado el siglo XX en una serie de novelas que pretendía presentar de forma narrada los males que aquejaban la sociedad lusa de la época. Se trata de un fresco que debe mucho al naturalismo que hasta hacía poco había imperado en Europa; Gallis lo tituló Tuberculosis social. En una de las novelas de la serie, la que nos ocupa (Sáficas, 1902), el autor se ocupa del lesbianismo, un preocupante vicio que según él mismo está cada vez más presente entre las jóvenes portuguesas. Carlos Sanrune, en la introducción a la novela que nos ocupa, relaciona el auge de la visión de la mujer como perdición del hombre (dentro del binomio donna angelicata / femme fatale que el fin de siglo había recuperado desde sus raíces petrarquistas), sobre todo atribuyéndole todo un catálogo de perversiones sexuales, con la incapacidad de representar a la mujer fuera de los esquemas sociales imperantes sometidos a la hegemonía de la heterosexualidad y la represión de cualquier otra forma de relación. Ello no había sido posible también sin la patologización de la homosexualidad, o las que teorías sobre el histerismo de la época. Todos sabemos qué pensaba Freud respecto a esta cuestión. En el DSM, el manual de referencia de los psicológos, la homosexualidad dejó de ser considerada patología en 1973. Así que no es de extrañar que a principios de siglo XX siguiera viéndose como una perversión censurable. En el caso de las mujeres, la situación era aún más polémica porque los casos eran mucho menos conocidos.

Así pues, Gallis narra en Sáficas la llegada de una institutriz irlandesa, Katie, al hogar del viudo Segismundo de Campos con el objetivo de encargarse de la educación de su hija pequeña, Georgina. Pero la recién llegada, todavía afectada por la pérdida de la mujer que amaba, se encontrará en aquel apacible hogar con la fascinante presencia de Manuela, la hija mayor de Segismundo, una muchacha de extraordinaria belleza que pronto se convertirá para ella en una obsesión.

Con la novela, Gallis, como el propio autor advierte en el prólogo, quiere advertir a los padres de los peligros que supone para sus hijas estar en contacto con desconocidas que, bajo la apariencia de la respetabilidad y el decoro, puedan llevarlas a los más bajos abismos de la perversión. Su advertencia, al parecer, podría funcionar de forma sibilina, al funcionar como una coartada de publicación para la mentalidad de la época, de manera análoga a la que en su momento hiciera el Arcipreste Juan Ruiz para su Libro del buen amor. Y digo al parecer porque, al contrario que otras novelas de Gallis, o en general del naturalismo, que busca ahondar en las miserias más escabrosas del ser humano, en esta los personajes no son castigados socialmente por su comportamiento. A pesar de los incesantes adjetivos connotados que usa el narrador para describir el censurable comportamiento de los personajes, estos consiguen adueñarse de la narración. Gallis presenta a unos personajes femeninos fuertes y carismáticos cuyas relaciones resultan complejas y determinan la novela sin atender a lo que los hombres esperan de ellas. La novela es breve y el estilo finisecular del autor es muy sencillo, en parte gracias al abuso que hace de una puntuación suelta que estructura el texto en párrafos muy cortos.

Sáficas, de Alfredo Gallis.

La reivindicación de una sexualidad libre y fuera de la aplastante heteronormatividad decimonónica queda patente en Sáficas, por mucho que el autor sólo quisiera “avisar a los incautos, a los crédulos y a los ingenuos, y que todos los padres se convenzan de que para sus hijas sólo existe una única amiga, compañera, confidente y protectora libre de sospechas: la madre”.

Sáficas, de Alfredo Gallis. Amistades Particulares, 2017. Rústica con sobrecubierta. 122 pgs. 14€. ISBN: 978–84–946575–1–1

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Filólogo, profesor de Literatura en Secundaria, crítico de cómic en varias publicaciones y coautor del cómic El joven Lovecraft. Bloguero decano en Cisne Negro.