‘La espada de hiedra’, de Tasha Suri

Enric Pujadas
Papel en Blanco
Published in
4 min readOct 14, 2023

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La nueva entrega de la saga Reinos en Llamas sube las apuestas

La continuación de ‘El trono de jazmín’ logra logra eludir el camino más transitado.

Tasha Suri continúa con su saga de los Reinos en llamas en esta segunda parte, La espada de hiedra. Su primera parte tardó en engancharme; durante sus primeros compases pensé que iba a dejarme frío, pero, cómo ya comenté aquí mismo, conseguía darles la vuelta a sus defectos y me dejó con ganas de más. Sin embargo, es fácil que una vez establecidos con éxito un mundo y unos personajes interesantes, todo siga su curso de forma más o menos predecible. ¿Fue el World Fantasy que consiguió Suri por El trono de jazmín un logro aislado? Vamos a verlo. Cuidado que, al ser la reseña de una segunda parte, puede haber algún spoiler menor.

Los personajes principales y sus relaciones siguen siendo lo mejor de los Reinos en Llamas.

Uno de los puntos fuertes de la primera parte era la relación entre Malina, hermana del emperador caída en desgracia, y Priya, sacerdotisa descastada de un templo convertido en prisión, y quizá la que más curiosidad tenía por ver cómo resolvía la autora el reto de continuarla. Y debo decir que sale airosa. Si antes podían estar juntas, pero no podían confiar la una en la otra, ahora que han aprendido a confiar, no pueden estar juntas. Atrapadas por el deber, Malini por su lado no piensa renunciar a arrebatar el trono a su hermano. Priya por el suyo, se debe a Ahiranya, al templo que debe restaurar y a la provincia que ha ayudado a liberar. La historia de amor tiene una barrera a la altura.

Pero la trama se sostenía sobre mucho más que ese romance, y en los otros apartados también ha sabido subir el listón. La situación en Ahiranya se complica de una forma que no me había visto venir, subvirtiendo gran parte de lo que nuestras protagonistas, y por extensión nosotros como lectores, creíamos saber. Al mismo tiempo parte de la trama se traslada de la provincia en la que trascurría todo el primer libro al imperio propiamente dicho, dónde de nuevo la autora me ha sorprendido con las tres religiones más influyentes del imperio, las madres de las llamas y el dios sin nombre o la madre sin rostro, que quedan mejor explicadas e inmersas en el argumento. Da la talla en las batallas, en el funcionamiento de la magia y su coste, y en general, en como todo lo anterior se entrelaza.

Tengo ganas de ver si Tasha Suri es capaz de superarse de nuevo en la futura entrega final de esta trilogía.

Quizá flojea un poco en los personajes secundarios. Los cinco principales, Priya, Malini, Bhumika, Aditya y Rao, siguen siendo tan interesantes y están tan bien desarrollados como antes, pero siguen flaqueando un poco los cortesanos y militares que los rodean. Y el más flojo de todos es el emperador, que debería ser el principal adversario en esta historia y brilla por su ausencia gran parte del tiempo, para acabar confirmándose como un malo malísimo, un fanático religioso sin mucha profundidad más allá de su única obsesión. Aunque para mi gusto le ha faltado eso para ser del todo redonda, hay muchos más puntos a favor que han mantenido mi atención. Esta continuación supera en todo a su predecesora. La tercera parte sigue sin haberse publicado en inglés. En la página de Orbit sigue anunciada sin título ni fecha. Espero que cuando salga Gamon Fantasy se de prisa en traerla, porque el conflicto que deja servido pinta muy interesante. Tengo ganas de ver si Tasha Suri puede superarse de nuevo.

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Escritor y guionista. Lector compulsivo de premios Hugo y Nebula. Dolmen acaba de publicar mi último cómic “Las Olimpiadas del Sufrimiento”.